Cesan los días de los
pies liberados, en los cuales dormitaba a la orilla de un rio de
incertidumbres. No les acaricia la brisa otoñal, no sienten el quebrar de las
hojas. Pero ahora alaban ese crujir de los pasos en los atardeceres húmedos y
rojos que desvisten el día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Me gusta la laca de uñas en los pies y me gustan tus palabras en esta tarde otoñal.
Besos
Lo cierto que es lo que nos queda a partir de ahora, ¿no? Quiero decir por el tiempo en el cual entramos. Justamente nuestros pies lo sufren más, ahí tapados, olvidados al final de toda nuestra extensión...
Muchas gracias Isabel. Un gran beso.
Montse.
Todos tus textos tienen un aliento poético que los hace tan tuyos.
Un abrazo
Gracias, Rosana. Lo tomo como un halago que me haces. Recogemos de aquí y de allá, para finalmente hacer de la escritura algo muy nuestro, como una prolongación de la persona. Al menos ese es el sentimiento. Pero aún quedan cosas importantes, como ampliar el vocabulario, las formas expresivas, la luminosidad en los textos. Me he quedado en los límites del espacio. Estos textos se limitan a 100 o 50 palabras, según la etiqueta para con la cual los agrupo.
Habrá que hacer algo más.
Un fuerte abrazo,
Montse.
Publicar un comentario