MCMLXI

Desde el patio ascendía -cual chimenea encendida- un teatrillo de voces infantiles tras el cancionero popular. Todo se había iniciado un día 7, acabando el invierno. Mucho después -oculta tras el murmullo del agua- la lectura susurrante del pez divergente: ciencias o letras. Ciencias para subsistir, letras para malvivir.

MGJuárez
sincopadas@gmail.com

Postales desde la ventana

ÁNGULOS.
Espero la salida del sol desde uno de sus ángulos. Desconozco esta ventana, su paisaje, y este silencio enmarcado hasta la nueva luz del día. Lo que acontece fuera es otro orden de las cosas, otro ritmo ahora apaciguado por la sombra. Todo es ordenado, por hacer, todo en una quietud imperturbable. Juego a predecir, a imaginar, quien levantará primero su persiana, o bajará calle abajo con la prisa del horario por cumplir. ¿Habrá niños en el barrio? ¿Y ancianos?

Tras esta primera lectura matinal, observo el mobiliario y las señales de la calle: hay dos minusválidos en la zona.

SANDWICHES.
Asomo, te veo marchar. Con sombrero, paraguas y maletín, resplandece el envoltorio del emparedado de jamón. Aunque no tienes cabeza, ni llueve en esta zona del sur, y los documentos más relevantes se quedaron una tarde de verano en un hotel de carretera. Sobre el emparedado no digo nada. Hay quien le añade pétalos; otros, hojas de rúcula amarga.

Hoy aprecié un detalle diferente, giraste hacia el otro lado de la calle. Este chasquido al tiempo detenido en la ventana, ha hecho que la pintura se deslice por un ángulo. Como un personaje misterioso desapareciste violentamente. Espero la próxima viñeta.


AL CIERRE.
Algo ha pasado. Una mujer se ha deslizado rápidamente bajo la persiana a medio bajar. Al parecer un maniquí del escaparate le hizo señas: se ahogaba bajo una camisa y su corbata. Ella se alertó por el ribete azul en sus finos labios. En pocos segundos toda la gente que pasaba tan deprisa minutos antes, ahora se amontonaba frente al gran cristal. Este Efebo imberbe desfallecía ante las miradas atónitas de un público enfebrecido al calor de los móviles.

Como en otras ocasiones, nada se pudo hacer. Ni tan siquiera un maniquí puede permanecer eternamente ante un mismo paisaje decadente.

No hay comentarios: