MCMLXI

Desde el patio ascendía -cual chimenea encendida- un teatrillo de voces infantiles tras el cancionero popular. Todo se había iniciado un día 7, acabando el invierno. Mucho después -oculta tras el murmullo del agua- la lectura susurrante del pez divergente: ciencias o letras. Ciencias para subsistir, letras para malvivir.

MGJuárez
sincopadas@gmail.com

Barcino

a F.S.

Es posible describir una ciudad.

Sucia, desalmada, burguesa y acomodada, con mendigos repartidos a racimos por entre sus portales; pero también, luminosa, con la risa desbordada bajo la sombra de los sueños en verano, o con el azul chispeante y sus motitas blancas que salpican la piel si dejas te aborde.

Aquí se puede subir a un tejado y extender los brazos para recoger su cuadrícula y desplegar su arquitectura con la mirada: chimeneas, una catedral, un monumento, un dedo hacia el mar… Incluso, imaginarnos ser un mono blanco subido a una torre para decir nuevamente: ¡tierra a la vista!

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