MCMLXI

Desde el patio ascendía -cual chimenea encendida- un teatrillo de voces infantiles tras el cancionero popular. Todo se había iniciado un día 7, acabando el invierno. Mucho después -oculta tras el murmullo del agua- la lectura susurrante del pez divergente: ciencias o letras. Ciencias para subsistir, letras para malvivir.

MGJuárez
sincopadas@gmail.com

Aguanieve en las pantallas

Sigue lloviendo, y este frío desde ayer. Todo está tan silencioso, tan ajenos los domicilios unos de otros. Nadie por las aceras. Algún transeúnte solitario, como pesándole las horas ociosas, perdido entre parques de cemento y el helor del asfalto, deambula hasta el callejón, allí donde se acumula el vacío de las almas. Sube las escaleras, el pasamanos metálico es una sangrante hoja afilada por la soledad de los visitantes. Alguien le espera, la tenue luz del interior asoma por una rendija de la ventana. Entra. Sube la temperatura corporal, se resquebraja la desesperación, y cede al impulso primario. Antes de marchar, cierra el libro, como otras veces.

Mientras se descalza, su mirada busca un referente. Todos duermen. Pero él ha vuelto, despierto, y antes de finalizar la sesión, lanza un mail: mañana será un día oscuro, extraño en la madrugada, pesado en las horas; descenderé por las escaleras para no volver.

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