
Para cada Navidad, hacia pestiños y licor de uvas; había que sacarlas del bote de largo cuello con finas agujas de hacer media. Una nube aromática compuesta de estos frutos, del clavo, la canela, el brandy, perfumaba los días, como al abrir los potes de jalea de naranja y limón o vinagre de frambuesas.
O de la perdiz confitada, primero bien cubierta con la sal, la pimienta, el ajo, la cebolla; para días después freírla en una amalgama de manteca, puerros, zanahorias, apio, pimienta, tomillo y laurel.
Enredada entre cacharros de cocina, tarareaba bajito su propia armonía de las esferas.
O de la perdiz confitada, primero bien cubierta con la sal, la pimienta, el ajo, la cebolla; para días después freírla en una amalgama de manteca, puerros, zanahorias, apio, pimienta, tomillo y laurel.
Enredada entre cacharros de cocina, tarareaba bajito su propia armonía de las esferas.
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