MICROCUENTO I, por Flavia Company-edición julio’12-
La acusada de asesinato alegó que llevaba una vida normal como ama de casa y que ganaba un pequeño sueldo como patronista. El día de los hechos la víctima se había presentado en la sala de costura del domicilio conyugal, quejándose de que las mangas eran largas; de que el cruce del blazer era excesivo; de que le sobraban pantalones. Aturdida no podía entender cómo había errado tanto. También dice que sorpresivamente el difunto no intento agredirla como era habitual sino que en su ataque de ira le extendió los brazos y gritó: ¡Corta!
Sin pensárselo dos veces, ella obedeció.
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