Has de saber que marcharé en pocos días, a eso de las doce. Quizás para entonces las campanas revuelen –no por mi viaje-, sino por los luminosos días que vendrán. Gracias por hacer mi equipaje con lluvia de sueños, por rellenarlo de posibilidades y un ramillete de sonrisas.
Desapareceré como si nunca hubiera existido para ti, como si otro país estuviera a la vuelta del tendero, como si me hubiese levantado por un detalle que me faltase en ese día. Ahora ya no me falta nada, ahora todo sobra, inclusive todo el vacio en el cual me dejas tan alegremente.
Desapareceré como si nunca hubiera existido para ti, como si otro país estuviera a la vuelta del tendero, como si me hubiese levantado por un detalle que me faltase en ese día. Ahora ya no me falta nada, ahora todo sobra, inclusive todo el vacio en el cual me dejas tan alegremente.
2 comentarios:
Hola, Montse.
Sólo espero que esto no sea una despedida. Porque te queremos aquí, escribiendo, expresando tu sentir.
Un abrazo y feliz año nuevo.
AM.
Gracias AM.
Esta despedida la realiza un año que se va -un año, un tanto extraño para mí-; como en cualquier despedida inevitable, se intenta que sea lo menos traumática. Pero sabes, mi madre me decía que mi abuela se lavaba el pelo -tenía un cabello sedoso, siempre recogido en un moño "castañita", como la mayoría de las bellezas cordobesas de su tiempo-, pues lo hacía con cenizas. Si. Recogía del brasero las cenizas y hacía una amalgama con un jabón casero que se fabricaba ella. Eso haré yo, recogeré las cenizas y con ellas haré una pasta para una nueva tinta literaria. El caso es que estos espacios se diluyen como tantos otros. Uno más ni se nota.
Pero yo lo prefiero así, pequeño y muy fraternal.
Gracias por estar ahí. Mucha felicidad, siempre.
Montse.
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