Siete escalones. La distancia justa antes de caer hasta ras de suelo. Desde arriba todo parece perfecto, pero solo asomarse por entre los peldaños metálicos, -absurdamente sonoros-, aparece el vértigo... ese miedo impreciso en la tripa, ese mareo que nutre la inseguridad.
Aún siendo diestra –me digo-, nada me salvará.
2 comentarios:
Estoy al corriente de tu pasión por las escaleras, pero ignoro si todas te producen vértigo. Sin duda, las metálicas son las más ariscas, las que parecen haber sido construídas para que nadie las use. También estoy seguro de que esa misma impresión deben causarte las famosas escaleras de servicio, que siempre aparecen en las películas americanas, en las que alguien se da a la fuga después de salir al balcón. Tomo nota de que, si algún día te veo bajar por una escalera, esperaré a que llegues al final antes de saludarte. Y si te caes, salvarte no sé, pero intentarlo será un placer.
Dicen que la intención es lo que vale... así que, ¡muchas gracias!
El texto surgió después del otro, el de Un dia, abans de qualsevol 27 de setembre; y fue un ejercicio bastante saludable, porque no acostumbro a realizar el texto después de ver la foto, y esta me permitió exteriorizar algún que otro temor, si
Lo que hago siempre es escribir primero y luego busco como loca una de mis fotos para ilustrar.
Y ahora, bienvenido a este rincón.
Un abrazo,
Montse.
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