MCMLXI

Desde el patio ascendía -cual chimenea encendida- un teatrillo de voces infantiles tras el cancionero popular. Todo se había iniciado un día 7, acabando el invierno. Mucho después -oculta tras el murmullo del agua- la lectura susurrante del pez divergente: ciencias o letras. Ciencias para subsistir, letras para malvivir.

MGJuárez
sincopadas@gmail.com

Ocho de julio, una ventana abierta

para S.Lencinas


Ocho de julio. Una ventana abierta. Tras ella los mares de la fortuna inundando todas las casas: caracolas en los balcones, ensortijadas redes de espuma por las paredes, viejos piratas en los cuadros; un gran tonel desbordado de papeles dispersos. Bodegón de salitre enmarcado en el recuerdo de la dorada tierra. Casi cincuenta lunas, redondas ellas, plenas de sortilegio y brumas -crece y crece la noche infinita-, se deslizan hacia el cielo. Todas ellas, dispersadas, agrietadas por el tiempo, inundan la bóveda con su órbita de sueños.


Aquí abajo, en la profundidad de los mares, para cada luna, un año de recuerdo.

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