Acaso
parezca diferente, pero no, morir es morirse, en cualquier parte. Aún así, en
tu ciudad la existencia se derrama por las calles: pandilleros de disciplina
castrense, trasnochados machos -padres de renovada jauría-, mafiosos
enquistados para quienes la vida es cero por ciento de nada. Arma de fuego,
hoja afilada... un golpe certero y ya está, se fue.
En la
metrópoli la muerte es inesperada; parece que no llega nunca, todo es celebrar
la vida y su lujosa presencia. Sin embargo un jinete que cabalga de rondalla deja
su rastro inerte en cualquier patio de la periferia.
Zum...
¡Zas!
5 comentarios:
Hola, de nuevo, Montse:
Una nota, nada más, para comunicarte que enlacé tu blog desde el mío. Así podré llegar a leerte con más facilidad.
Abrazos sincopados,
PABLO GONZ
Pues muchas gracias Pablo. Sinceramente me honora estar en tan excelente lugar, donde se respira un buen ambiente de letras. Gracias por acoger este espacio.
El tuyo ya está desde hace un tiempo... ¡ah! déjame pensar... desde principios de septiembre, si. Te digo en FB.
“un abrazo que no aprieta pero tiene bolsillos”
Montse.
Tan trágica y tan al acecho. Acostumbrarnos a ver los monstruos con color como en el dibujo, como lo ven los niños...
Besos
La muerte tiene color, como la vida; aunque nos angustia tanto que la vemos oscura, muy oscura. Con el color se desdramatiza un hecho cotidiano y que antes se compartía socialmente. Ahora, en nuestras ciudades –donde la muerte cumple un circuito de corto recorrido-, las muertes trágicas tienen el color del sistema digital. ¿Qué ocurrirá cuando todo se pueda ver en sistema 3D?
Para muchos niños de esos otros mundos no tan lejanos, la convivencia con la guadaña van conformando un nuevo lenguaje; nuevas formas y modos son esa "NOTA(N)ROJA" diaria.
Un fuerte abrazo,
Montse.
Y todo cuanto puede hacerse es apartarse... Qué terrible.
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